Principal

Diario YA


 

la doctora borrego gutiérrez, de la facultad de medicina de la universidad san pablo ceu, analiza para diario ya el "caso eluana englaro"

"Se disfraza de humanidad lo que es un tratamiento inhumano"

María José Borrego Gutiérrez. 7 de febrero.

Eluana Englaro es una mujer italiana, que desde 1992 se encuentra en estado vegetativo debido a un accidente de tráfico, no está conectada a ningún respirador artificial ni tomando ningún tratamiento, no tiene ninguna enfermedad ni sufre dolores. Es una persona a la que, simplemente, hay que alimentar e hidratar para que siga viviendo.

A Eluana la estaban cuidando unas religiosas, las hermanas de la Misericordia, en una residencia italiana y son ellas las que la asean, le dan de comer, le sacan de paseo y le tienen un cariño que difícilmente pueden explicar. Observan que percibe determinadas cosas y que nota el cariño de los que están cerca de ella. Su padre no ha sido, ni es, la persona que le atiende, pero quiere vivir tranquilo, quiere que su hija deje de vivir, porque considera que su vida es “un infierno” en palabras textuales. Su padre no quiere ir a la cárcel por lo que ha solicitado y ha pedido el apoyo de uno de los partidos más radicales de Italia. Que yo sepa, es ilegal acabar con la vida de una persona y eso es lo que el padre biológico de Eluana pretende hacer con su propia hija, por muy pública que hagas tu petición o por muy apoyado que te encuentres. Sus cuidadores (profesionales de la salud y voluntarios) la quieren, se han opuesto a esta decisión y se han ofrecido a atenderla el resto de su vida, hasta que Eluana fallezca de forma natural.

La medicina es genuinamente un servicio a la fragilidad del ser humano, su objeto específico es, o debería ser, el respeto al débil, al enfermo pero, desgraciadamente, observamos que actualmente la debilidad y la enfermedad es un estigma que justifica la destrucción o el aniquilamiento del hombre.

El padre de Eluana hizo pública su petición, pero no tuvo gran éxito: ningún Hospital público italiano quiso matarla, ningún Centro quiso dejar de alimentarla.

El padre de Eluana se la llevó sin una autorización legal, a medianoche, a una clínica privada, la única donde sí están dispuestos a practicarle la mal llamada eutanasia. Recuerdo al lector que etimológicamente la palabra eutanasia viene del griego eu- buena y thanatos- muerte, e insisto que lo que le van a practicar a Eluana de buena muerte o muerte “digna” no va a tener nada. En dicha clínica la alimentarán durante unos tres días para hacerle un estudio clínico y a partir del cuarto día le irán retirando paulatinamente el alimento y el agua; Eluana en unas dos semanas o tres, como máximo, entrará en un estado de inanición y morirá de hambre y deshidratación. No será una buena muerte porque, aunque le seden, sufrirá una agonía lenta y con su padre como cómplice, entre otros. Es curioso que los que defienden la eutanasia son los que están a favor de que a pacientes como Eluana, que no pueden decidir por sí mismos, se les acabe matando de deshidratación e inanición.

El Ministerio de Sanidad italiano prohibió que a Eluana se le retirara la sonda que la alimenta y la hidrata. En el informe que envió el Ministerio indicaba que “interrumpir la nutrición e hidratación de las personas en estado vegetativo “no es legal” tanto para las estructuras públicas como privadas”.

Existe una confusión generalizada sobre la opinión de la Iglesia sobre la Eutanasia. El cristianismo no es contrario a una muerte digna ni a una buena muerte, nos enseña que hay que aliviar el dolor de los enfermos y paliar, en la medida de lo posible, las incomodidades y sufrimientos de los enfermos terminales.

En casos extremos es lícito utilizar calmantes como la morfina, entre otros, que indirectamente pueden adelantar la muerte, siempre que se utilicen con el fin de calmar el dolor, no para acelerar el fallecimiento. Otro caso muy distinto es la búsqueda deliberada de la muerte, con o sin permiso del paciente, disfrazando de humanidad lo que, según ha recordado Benedicto XVI, no es mas que un tratamiento inhumano.

La verdadera repuesta no puede ser dar muerte, aunque sea la llamada “muerte dulce” o “muerte digna”, sino fortalecer la ayuda a los familiares que deciden cuidar a sus enfermos y auxiliarles para que puedan afrontar el dolor y la agonía de modo humano.

 

Etiquetas:caso eluanaeutanasia