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Diario YA


 

Comunismo y anticomunismo en el fútbol del telón de acero

José Luis Orella

La Europa del Este, después de la caída del comunismo nos descubrió una amplia geografía desconocida. Uno de los aspectos que habían permanecido en la sombra fueron los equipos de fútbol del antiguo bloque comunista. En sus salidas a la Europa occidental eran calificados como equipos disciplinados, de buena técnica y gran fortaleza física. El fútbol como deporte de masas, provocaba pasiones y era un elemento indispensable para el poder. En el caso comunista su objetivo era divertir al pueblo trabajador. En la Unión Soviética compitieron en su división de honor, la Vysshaya Liga, 16 equipos. Estos eran representativos de las principales instituciones del Estado comunista, no de sus demarcaciones regionales. De este modo, el término de CSKA era el que definía a los equipos del Ejército, el Dínamo a la policía, el Lokomotiv a los trabajadores del ferrocarril, y el Torpedo a los metalúrgicos de la industria del automóvil. En 1923 el CSKA había sido transferido al Ejército Rojo, mientras que el fundador de la Cheka, la criminal policía comunista, Felix Dzerzhinsky creó a su vez al Dínamo de Moscú, que fue el representante del futuro KGB, como se denominara a la Cheka.

En la historia de la liga soviética, el Dinamo de Kiev fue el más potente con 13 títulos de liga; seguido por el Spartak de Moscú, con 12; el Dinamo de Moscú, con 11 títulos; el CSKA de Moscú, 7; el Torpedo Moscú con 3, o el Zenit de Leningrado, con un único título. Este último rebautizado como Zenit de San Petersburgo, fue el equipo de los trabajadores de las fábricas de armamento de la vieja capital zarista. En el presente es el equipo de Gazprom, la enorme empresa pública de gas natural y equipo predilecto del actual presidente ruso, Vladimir Putin. En el periodo comunista, el CSKA fue uno de los equipos más potentes del fútbol soviético, ya que para reforzar el equipo el ejército podía fichar a los mejores jugadores mediante el llamamiento a filas. Su gran rival será el Spartak de Moscú, el único procedente de una sociedad deportiva y que no dependía de una institución pública, por lo que era visto como el más representativo del pueblo real. Su nombre derivaba de Espartaco, el mítico gladiador que sublevó a los esclavos contra Roma. Su fundador y presidente, Nikolái Stárostin, antiguo jugador de hockey sobre hielo ruso, convirtió junto a sus tres hermanos, al equipo en uno de los predilectos de la sociedad moscovita. Su rivalidad con el Dinamo del KGB, y la participación de los Stárostin en el mercado negro, llevará a los cuatro hermanos a ser condenados a diez años en un gulag en Siberia, siendo liberados a la muerte de Stalin. Otro caso de persecución, durante la época de Nikita Jruschov, será contra Eduard Streltsov, el mejor delantero ruso, llamado el Pelé ruso, que por su calidad era muy apetecido por los equipos europeos y podía desertar por sus continuos choques con las autoridades comunistas. Streltsov será acusado falsamente de violación y enviado en 1958 durante cinco años a un campo de concentración.

Después de la Segunda Guerra Mundial, el modelo de fútbol soviético fue trasladado a los países satélites del bloque comunista. Un ejemplo fue el Dínamo de Berlín, que fue presidido por el general Erich Mielke de la temible Stasi (policía comunista de la Alemania oriental) que tuvo una fuerte rivalidad con la Union Berlin, que cómo el Spartak ruso no dependía de una institución y era el arropado por la disidencia anticomunista contra el régimen. Los derbis políticos fueron muy comunes en el resto de los estados satélites. El Dukla de Praga, del ejército y procomunista contra el Viktoria Zizkov, en Checoslovaquia; En Hungría, el veterano Ferencvaros, del IX distrito de Budapest, y con tradición nacionalista, contra el Honved, del Ejército Popular Húngaro, y el MTK Hungaria de la AVH (policía secreta comunista). La rivalidad era mucho más radical cuando los jugadores Zoltán Czibor y Sándor Kocsis fueron obligados a abandonar su Ferencvaros para pasar al Honved. En Rumanía el derbi político fue entre el Rapid de Bucarest contra el CSA Steaua de Bucarest, equipo de la Securitate. En Yugoslavia, el Dinamo de Zagreb y el Hajduk de Split, fueron los representativos del nacionalismo croata frente al Partizan de Belgrado del Ejército Popular Yugoslavo, y el Estrella Roja, de las fuerzas policiales, aunque este último fue evolucionando hacia un nacionalismo serbio que ensalzaba a los chetniks monárquicos. En Polonia el derbi se escenificó entre el nacionalista Polonia Warszawa y el Legia, del Ejército Popular Polaco.  

Un capítulo a añadir fue el de los disidentes que decidieron pasar a occidente. Uno de los más cubiertos por la prensa internacional fue el de Lutz Eigendorf, jugador del Dínamo de Berlín, quien se pasó en 1979, su familia fue perseguida y cuatro años después murió en un extraño accidente de tráfico que se cree pudo ser provocado. El otro caso afecta a parte de los denominados “magníficos magiares” de la selección húngara de 1964, de los que Zoltán Czibor, Sándor Kocsis y Ferenc Puskás, decidieron huir a España, donde fueron ayudados por László Kubala, quien ya se encontraba instalado en España desde 1950, y su cuñado Ferdinand Daučíke, entrenador del FC Barcelona. Los dos primeros recalaron en el equipo de la ciudad condal, mientras que Puskás se convertirá en una celebridad merengue.

 

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