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Diario YA


 

Las personas que asaltan las fronteras de nuestras ciudades africanas parece que, más que pedir ayuda y buscar asilo, lo hacen pisando tierra conquistada.

¿Es sensato seguir aceptando oleadas migratorias por Ceuta y Melilla?

Miguel Massanet Bosch. No sabemos si, estas nuevas oleadas de inmigrantes que, de un tiempo a esta parte, vuelven a acosar nuestras fronteras marroquíes de Ceuta y Melilla, y que, con tanta facilidad logran colarse dentro de ellas, como sucedió hace unos días en que doscientos de ellos, burlando la vigilancia de las fuerzas de orden público, entraron por una de las vías habituales de tráfico de personas, esparciéndose por toda la ciudad de Ceuta, con toda la prepotencia y descaro de quien ha conseguido saltarse la ley y, además, sabe que nadie está en condiciones de ponerlo de patitas en la calle, devolviéndole a su lugar de origen sin que, antes, todo el procedimiento para llevar a cabo estas expulsiones haya recorrido el largo y burocratizado camino que nos imponen las normas internacionales sobre la inmigración ilegal.

Pateras cargas de centenares de migrantes que son recogidas en alta mar, otras que alcanzan por sus propios medios las costas cercanas a Gibraltar, Almería, Cádiz o Málaga e, incluso, algunos han conseguido llegar a las Baleares, forman un reguero que no ceja de personas que, a diferencia de los que tienen que pasar los controles y filtros establecidos por la UE y las naciones del este que limitan con las conflictivas naciones de dónde huyen los fugitivos de las guerras de Oriente Medio, entre los yihadistas del Daesh o FI y los gobiernos de Siria, Yemen, e Irak; son grupos que abandonan la miseria de las naciones del interior de África, muchas de ellas en manos de dictadores sin escrúpulos, entre los cuales con facilidad se pueden colar peligrosos delincuentes, terroristas o agentes desestabilizadores que lo que persiguen es quedarse en España o dirigirse a través de la frontera hacia el resto de Europa para poner en práctica la misión que se le ha encomendado por quienes dirigen, desde la clandestinidad, todas estas operaciones de desgaste, de concentración de efectivos islamistas o de maquinaciones criminales contra los respectivos estados.

Es posible que las izquierdas, estas que tan dispuestas parecen sentirse a ir permitiendo la inmigración masiva, basándose en la situación de necesidad de muchas de las personas que se ven obligadas a huir de sus países a causa de persecuciones, falta de trabajo o enfermedades contra las que no tienen medios para hacerles frente; ejerciendo de caritativas y de defensoras de los humildes, en realidad lo que, en su hipocresía, están buscando es atraer a cuanta más gente les seas posible, a ir aumentando el número de personas adictas al comunismo, debido a que saben que el 99% de los que consiguen quedarse en España son seguros votantes de sus propuestas políticas.

¿De dónde se piensa, que estos señores de Podemos, entrenados y subvencionados desde Venezuela, la de Chávez y Maduro, por supuesto; a los pocos meses de presentarse en España iban a conseguir, en las primeras elecciones a las que se presentaron, manteniendo propuestas del más radical comunismo, –del que, de verdad, son capaces de entender quienes han sufrido miseria toda su vida y esperan salir de la precaria situación en la que se encuentran en España, a causa de la falta de documentación etc. –, de una tacada, más de cinco millones de votos? dejando con la boca abierta a todos los partidos tradicionales, de izquierdas y derechas, que quedaron descolocados ante un fenómeno que nunca se hubieran podido imaginar que ocurriera en la democracia española.

Las sucesivas entradas, desde el sur de España, de personas llegadas de los países africanos, ya han ido produciendo, en las grandes capitales de la nación, verdaderas colonias en las que se han ido agrupando las distintas etnias de refugiados que, como ha sido el caso de los manteros en Barcelona, se han ido organizando, sindicalizando y presentando un frente común, que ha sido capaz de poner en jaque a las fuerzas de orden pública, en este caso ayudados eficientemente por la señora Colau, una señora antisistema que, por contradictorio que pudiera parecer, forma parte de la autoridad municipal encargada de mantener el orden y la legalidad, dentro de la ciudad en la que manda, Barcelona. Lo cierto es que la cantidad de musulmanes que, hoy en día, están afincados en nuestro país, se acerca a los dos millones de personas.

Están perfectamente agrupados, tienen escuelas y mezquitas y se han traído a sus familias haciendo uso de las leyes de reagrupación familiar, que les permiten traerse a hijos, esposas, padres y hermanos. Y lo mismo sucede con otros inmigrantes venidos desde Suramérica, muchos de ellos huyendo de los países en los que se ha instalado el comunismo bolivariano, especialmente de Venezuela y de Bolivia, aunque una de las colonias más importantes es la brasileña.

Es obvio que la gran mayoría de ellos, especialmente de los hispanoamericanos y brasileños, son personas capaces de adaptarse fácilmente a las costumbres españolas y la similitud de idiomas facilita mucho el entendimiento con los oriundos, también lo es que muchos de ellos tienen fuertes tendencias izquierdistas y, seguramente, votarán a partidos de este tipo de ideario. En consecuencia, el que partidos como Podemos, IU, la CUP o ERC o el propio PSOE estén interesado en hacer llegar a España el mayor número posible de inmigrantes, no es precisamente por un afán caritativo, un impulso de bondad hacia el prójimo o una iniciativa generosa hacia los menesterosos, sino que es un plan cuidadosamente estudiado para proporcionarse votos que saben que, difícilmente, se irían a parar hacia partidos de derechas y que, no obstante, caerían con facilidad en la trampa de sus argumentaciones demagógicas de izquierdas.

En todo caso, si seguimos analizando los efectos que pueden tener para nuestra nación el seguir manteniendo las espitas abiertas de las fronteras de nuestras ciudades africanas, permitiendo esta continua llegada, en grupos más o menos grandes, de nuevos inmigrantes de distintas procedencia y no, precisamente, como sucede con una parte importante de los refugiados que se acogen al asilo político por venir de persecuciones, en ocasiones sangrientas, en sus países de origen en las naciones de Oriente Medio; es evidente que el peligro de que dentro de estos migrantes de distintos orígenes, de razas diferenciadas, de religiones distintas y de formación generalmente muy deficiente; puedan infiltrase algunos que hayan sido entrenados para crearnos problemas a los españoles, incluso antes de que, como sucede en muchas ocasiones, los Servicios Secretos ( el CIS) o la policía y la Guardia Civil, hayan tenido tiempo de vigilar sus actividades o de tomar medidas para evitar que lleguen a cometer atentados, ya se hayan adelantado a cometer uno de estos actos individuales de sacrificio por “la causa”, haciendo explotar en una vía pública uno de estos explosivos que se suelen adosar a sus cuerpos.

Estamos convencidos de que esta preocupación que, como simples ciudadanos de a pie, la está sintiendo también el Gobierno de la nación y que, seguramente, compartirá algunas de estas inquietudes a las que nos hemos referido. No obstante, habido que en nuestra nación la mayor parte de los medios de comunicación, no sabemos si debido a los sentimientos fraternales de muchos periodistas generosos, que estarían encantados de adoptar a algunos de estos inmigrantes para tenerlos en su casa o si, meramente por adoptar un posicionamiento que saben que puede encajar mejor con el sentir popular, siempre dispuesto a ser muy magnánimo mientras que no le exijan al individuo convivir con alguno de estos inmigrantes, mantenerlo o soportar sus rarezas o las de sus familiares.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos que insistir en que Europa sigue gravemente amenazada de ser objeto de actos de terrorismo, que nuestro país, gracias a nuestra excelente Guardia Civil y policía y a nuestros eficientes Servicios de Espionaje, hasta ahora hemos conseguidos permanecer a salvo de los ataques terroristas, pero lo que no podemos olvidar es que seguimos siendo un objetivo para los del EI y que El Ándalus ( España) está entre los objetivos primordiales de aquellos musulmanes que tienen el objetivo de recuperar aquellas tierras de las que fueron expulsados y que están dispuestos a reconquistar. El camino para entrar en España sigue siendo el mismo por donde entraron, desde Marruecos, los moros que nos invadieron y esta invasión, como sucedió con el famoso caballo de madera que introdujeron los griegos de Agamenón en Troya, puede empezar por situar una quinta columna de musulmanes residiendo en España para cuando, llegado el momento oportuno, decidieran intentar la proeza de reconquistar el poder en España, ya tener medio trabajo hecho. Habría que meditar sobre todo ello.

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