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Diario YA


 

Rafael González, ex director de YA, también nos da la bienvenida

¿Resurge el Ave Fenix?

Yo no sé cómo pude escribir un artículo y un editorial el jueves 13 de junio de 1996. Era el último día de actividad en la Redacción y talleres de YA. El periódico que hicimos llevaba fecha de viernes 14 de junio de 1996, año 61, número 18.664. Fue el último. No sé cómo pude escribir esos dos artículos, sin descuidar las demás tareas propias de la dirección. ¡Y en tal día! Los ánimos estaban exaltadísimos, la radio y la televisión transmitiendo desde nuestra Redacción aquella agonía… No sé cómo pude. No hace falta que le asegure al lector que no recuerdo haber vivido día tan aciago. Le ahorraré el mal trago.

Le diré, sí, que nos resistíamos a morir. Casi todos los que escribíamos lo hicimos con la idea de que no íbamos a desaparecer. Nos parecía imposible. Ese periódico tenía que continuar. Abel Hernández tituló su columna: “Hasta mañana”. Luís Apostua, que firmaba su “Tarjeta” con ELE, la titulaba “El Regreso”, y aventuraba que “estas hojas van a pasar una temporada en hibernación aunque sea primavera en el calendario”. Todos los artículos, de alguna manera, rezumaban esa idea. Alejandro Fernández Pombo dedicaba un bello canto a “Las gentes de YA”; Aquilino Morcillo Crovetto, hijo de nuestro gran maestro don Aquilino, escribía su artículo sobre “La aportación del YA a la convivencia”, y yo titulaba el mío firmado “Del esplendor a la decadencia”. Fue casualidad que me acompañaran en aquella página el hijo del maestro ya fallecido, y que por tanto se libró de ver morir su periódico, y Alejandro Fernández Pombo, su sucesor, quien consiguió que YA adquiriera la más alta cota de difusión y prestigio.
 
Pero yo quiero referirme, en este saludo de bienvenida a esta súbita aparición del YA digital, al artículo editorial que escribí para aquel número final de YA. He dicho que nos resistíamos a morir. Y yo titulé “El canto del ave fénix”. Jugué con la idea del canto del cisne, digno y solemne, y el resurgir de sus propias cenizas del ave fénix. La solidaridad despertada ante la noticia de nuestro inminente cierre “nos ha sugerido –escribía- este editorial, que no pretende, se niega a ser, el canto del cisne, que es como dicen que muere ese gran palmípedo de blanco plumaje […] ni tampoco pretende ser el ave fénix, al que las leyendas más primitivas le atribuían la fabulosa propiedad de resurgir de sus cenizas”.
 
“Y no pretende ser lo primero porque nos resistimos a morir. Estamos llenos de vida, de ganas de seguir con nuestros lectores, sirviendo a nuestra sociedad y a España como lo venimos haciendo desde 1935, y como lo hizo también desde 1911 El Debate, nuestro hermano mayor, a cuya escuela pertenecemos y cuyo espíritu nos esforzamos en mantener. “Y tampoco pretendemos lo segundo, porque no resurgimos; no nos han reducido aún a cenizas, por muchos incendios, provocados los más, que hemos sufridos. Pero no cabe duda de que nuestra comparecencia de hoy, este canto de nuestras esencias y de nuestros fundamentos, tienen algo de ambas cosas. Y vamos a tratar de decirles a nuestros lectores que si morimos lo haremos expresando previamente lo que dejará de decir la voz que calla; y si resurgimos, porque nuestra fe así nos lo hace creer, seguiremos expresando y defendiendo las ideas que, muy sucintamente, vamos a tratar de resumirles”.
 
Y, efectivamente, el editorial continúa manifestando el ideario de la institución periodística fundada por Ángel Herrera, que yo representaba en aquel momento, tras lo cual, decía como remate, que “esta sería la letra del canto de ese cisne moribundo que nos negamos a ser. O sería el del ave fénix en el supuesto, no de resurgir de nuestras cenizas, porque aún no lo somos, sino de que lleguen las ayudas que estamos esperando, y nos regatean, y nuestro vuelo se elevara digna y suficientemente, como creemos merecer”. ¡Ilusos!
 
En este saludo de bienvenida, hilvanado a toda prisa, no se me ocurre otra ilación de aquella muerte de junio de 1996 con este resurgir del YA digital, no después de quinientos años, como dice la mitología que se producía el fenómeno, sino sólo tras doce; pero mi deseo es que, este nuevo YA, digital, según las técnicas modernas, resurja de aquellas cenizas con el esplendor y la juventud que, según la mitología, resurgía aquel pájaro rojo, de alas doradas, perfumadas de deliciosos olores.