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Diario YA


 

Las 7 vidas de Boris Johnson…o más

David Casarejos. Presidente del Consejo de Residentes del centro de Reino Unido.
Las aventuras de Boris Johnson parecen que se van a acabar pronto…lo parece si no conociéramos bien al primer ministro británico.
Las ultimas semanas o meses para Boris Johnson aparentemente han sido difíciles y digo aparentemente porque los que llevamos varias décadas en Reino Unido ya conocemos las maneras y forma de actuar del líder conservador y su capacidad de hacer caso omiso de las opiniones ajenas, que le afectan poco o nada.
Lo de “líder conservador” también seria necesario ponerlo en duda, sobre todo teniendo en cuenta los números de parlamentarios criticando internamente a Boris Johnson, o no tan internamente, algo que se ha puesto aún más de manifiesto esta semana.


David Davis, uno de los políticos veteranos de su partido, sugirió al señor Johnson en la Cámara de los Comunes y durante la sesión de preguntas al primer ministro de esta misma semana que dimita. “In the name of God, go” fue la forma en la que David Davis, dios mediante, pedía que se vaya.
Las frases contundentes que llevamos unos meses escuchándo a diferentes exmiembros de su equipo más cercano, como Dominic Cummings, ahora se ven acompañadas de actos como el protagonizado por Christian Wakeford, miembro del parlamento elegido en la circunscripción de Bury South, ciudad cercana a Manchester.
El señor Wakeford ha decidido dejar la bancada de los conservadores y pasar a sentarse detrás de Keir Starmer, con los diputados laboristas.
En España hubiera pasado a la ignominia de sentarse en el Grupo Mixto con poquita voz, pero en Reino Unido ya sabemos que la política funciona de otra manera.
Para evitar más salidas de su bancada, los parlamentarios conservadores críticos con el primer ministro están recibiendo presiones por parte del partido para evitar más deserciones. William Wragg, MP por Hazel Grove, ha denunciado que ha recibido chantajes con posibles recortes en ayudas o presupuestos para su circunscripción.
La amplia mayoría que sostiene a Boris sigue en pie, pero esta deserción es la punta del iceberg que demuestra un descontento con las formas de actuar de su primer ministro al que parece que las críticas no le suponen ningún problema.
Las encuestas sonríen al Partido Laborista tras los enormes errores cometidos por un gobierno que no supo responder al coronavirus y que estuvo dando bandazos continuamente, flirteando con la idea de la inmunidad del rebaño. Desde la llegada del Ómicron está abrazando esta opción como la única vía posible en un país en el que han premiado los efectos económicos sobre los sanitarios y donde lideran a nivel europeo en nivel de infecciones y muertos…pero los restaurantes están abiertos y ya nos han dicho que no hace falta llevar mascarillas.
No es que la oposición lo este haciendo bien, no.
Las fiestas en los jardines de su residencia de Downing Street durante las primeras fases de la pandemia y mientras que se nos exigía a los ciudadanos un comportamiento ejemplar sin salir, sin juntarnos con amigos, trabajando desde casa, el primer ministro los pasó llenando frigoríficos con botellas de vino compradas en el Coop para entretener a los colegas que se reunían en fiestas improvisadas los viernes.
Estas fiestas no se pararon ni ante el fallecimiento del príncipe Philip.
Boris Johnson, líder del país, ha dicho esta semana ante los medios y sin ruborizarse que no sabía que no se podían reunir a hacer fiestas.
Al parecer su memoria y su intelecto no le permitían entender que lo que se pedía a la ciudadanía en sus ruedas de prensa de urgencia semanales también era aplicable a el y a sus colegas en el gobierno.
Cuando se criticó el viaje de Dominic Cummings, su asesor, a Durham durante la fase mas dura del encierro, Boris no dudó ni invitó a Cummings a dimitir y se debía a que sus acciones eran igual de irresponsables e irrespetuosas con el resto de la ciudadanía.
Esta semana se repiten las apuestas sobre cuando dejará su puesto el primer ministro y aquí a mí me entran dudas.
No hay nadie lo suficientemente poderoso dentro de su partido como para poder empujarle a salir y por otro lado, no hay nadie tan desesperado como para luchar por tomar las riendas de un partido en caída libre en las encuestas, con una inflación de récord, una pandemia que sigue llenado hospitales y con mucho que explicar en los próximos meses sobre su planteamiento de protección a la población. El Brexit tampoco da respiro al gobierno, ya que no está funcionando para ninguno de aquellos sectores que fueron convencidos de que la salida de la UE iba a ser la panacea.
El Brexit ya tiene efectos constatables con datos económicos y no con opiniones y la pandemia una vez superada va a llevar al gobierno a tener que explicar los datos finales de muertes y contagios y no va a haber muchos candidatos a tener que pasar por explicar la inacción o inutilidad del gobierno actual en los dos frentes más importantes.
Boris Johnson por otro lado una vez que deje el gobierno seguirá buscando atención mediática y por fin podrá dejar de quejarse de ganar poco dinero, como hace ahora como primer ministro. Los libros, las columnas y los programas de televisión pueden ayudar a que llene de nuevo sus cuentas bancarias una vez ha conseguido ya decorar su curriculum con el privilegio de dirigir su país. Las puertas giratorias funcionan en Reino Unido igual de bien que en España.
Mientras tanto Reino Unido y España han anunciado esta semana que sus ministerios de Interior han negociado una campaña conjunta para intentar detener a un grupo de delincuentes que viven en nuestro país y a los emigrantes nos interesaría mucho más que se pusieran de acuerdo en la cantidad de flecos que han quedado tras la salida de la Unión Europea, y se lleguen a acuerdos bilaterales que solucionen nuestro día a día…ya saben, los carnets de conducir, facilidad en la movilidad de trabajadores….pero no llena titulares.

 

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