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Diario YA


 

Preocupantes resultados de un estudio del CIS

Hundimiento por proscripción del patriotismo en España

Francisco Torres García.- He leído, sin atisbo de sorpresa ni rictus de estupor, los resúmenes publicados sobre el estudio realizado para el Ministerio de Defensa por el Centro de Investigaciones Sociológicas acerca del “patriotismo” de los españoles, cruzándolos con los referentes al trabajo que, bajo el título Adolescencia y Juventud, han elaborado Eusebio Megías y Javier Elzo que resulta significativamente complementario.

Que el patriotismo es una virtud en declive entre los españoles no precisa de estudio alguno, aunque ahora tengamos la constatación empírica. Entre el 2005 y el 2013 el número ciudadanos que se consideran muy o bastante orgullosos de ser españoles se ha reducido en 8.7 puntos quedando en un 76%, aunque se indica que hoy los datos aún serían más bajos dada la aceleración de la tendencia. Cifra todavía aparentemente alta pero probablemente vacía de contenido real cuando entre el 40 y el 55% no acudiría a la llamada para defender su país (en algunas regiones se supera el 60%) y la mayoría creen que tienen dos identidades y no una sola.

Somos un país que conserva un atisbo de orgullo nacional, de conceptualización tradicional del patriotismo como orgullo de la nación, derivado de generaciones anteriores. Un país que ha asistido y asiste a la destrucción de su identidad nacional y al que se le dice que debe sacar pecho patriota por unas décimas del PIB o por difundir, como si fuera objeto de mercadería, la “marca España”. Un país al que se le ha robado el orgullo nacional que se asienta en el papel en el mundo, en las gestas, en las heroicidades que hoy se proscriben o se trocan en deshonor. El amor a la Patria es un sentimiento que necesita de la razón y lo que se ha hecho es borrar la razón para dejarlo en el débil sentimiento que estalla sólo, porque no se puede ocultar, en la flor de un día de las gestas deportivas.

El análisis del CIS ya parte de un error de base al hablar de la existencia de identidades distintas (española y autonómica -periférica dice con solemne estupidez-), que como tales se pueden combinar o enfrentar: así se pude uno sentir español, español y autonómico o solo de identidad autonómica. La mayor parte de los españoles al contestar caen en el error, “precocinado” por el CIS, al viento de los intereses del Estado de las Autonomías, de distinguir o de hacer una mezcla al 50% de las dos pretendidas identidades (española y autonómica) para así reforzar las tesis neoidentitarias de unos entes artificiales, socavando conceptualmente la idea del patriotismo referido a España. Hoy para los resultados del CIS, tal y como conviene, ya no existe una mayoría de españoles cuya identificación absoluta sea con España (sólo serían un 24.5%), sino que la mayoría asumen que tienen una doble identidad. Lo que, dicho sea de paso, acabará convirtiéndose en la base de legitimación ideológica para la conversión de España en un Estado Federal, en un ente puramente administrativo.

Ese proceso de socavar la identidad nacional para fortalecer los entes artificiales, de censurar la idea del patriotismo, es el que ha hecho que hoy el 17% de los españoles no se sientan españoles (el 40% en Cataluña, el 15% en Galicia, el 44% en Vascongadas, el 22% en Canarias, el 20% en Baleares o el 18% en La Rioja) porque el sistema autonómico lo que ha hecho en las tres últimas décadas es ir debilitando los lazos de cohesión y solidaridad interna, prefacio de la asunción de que dejamos de ser una comunidad nacional para convertir en comunidad lo que no es más que una creación artificial. Pero, ¿acaso podían darse otros resultados?

La respuesta por fuerza debe ser negativa, porque el amor a la Patria, el amor a España, también se aprende y esta es una asignatura proscrita no solo en nuestro sistema educativo sino también en nuestro modelo social pese a lo bien que queden en determinados ambientes las banderitas en los aditamentos textiles.

De los jóvenes hablaremos otro día.

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