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Diario YA


 

El jugador número 12 era un kitchen porter venido de Leicester, y un economista de la city

España va a jugar huérfana de su público decían… ¿los emigrantes no somos españoles?

David Casarejos. Presidente del Consejo de Residentes del centro de Reino Unido. Consejero por Reino Unido en el Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior.

El martes pasado en Wembley fue un día para sacar pecho por la selección y por la afición en el estadio, por las aficiones, ambas.
Durante días los emigrantes españoles en Reino Unido, con cifras que según la Home Office son de más de 320 mil, leíamos en la prensa que, debido al coronavirus y las restricciones para viajar, iba a estar nuestra selección sin ningún tipo de apoyo. La prensa, la televisión, la radio no hacen más que invisibilizar a los emigrantes en el país.
Podríamos llenar Wembley más de 3 veces, y de hecho casi 10 mil estuvimos en un estadio en el evento con mas gente desde que comenzó la pesadilla de la pandemia.
Diez mil que pudimos entrar sin las trabas que siempre hemos tenido para poder ver partidos internacionales ya que las entradas normalmente solo se distribuyen a través de los canales y chiringuitos de la Federación y en mas de 2 décadas en Reino Unido jamás he podido asistir a ningún partido, imposible.
La Federación lanzó campañas en redes sociales para animarnos a ir al partido en un esfuerzo que superaba por mucho al que los partidos políticos hacen para que votemos, por ejemplo.
Nunca intentare ni por asomo hacer un análisis del partido en lo futbolísticamente hablando, pero si me gustaría resaltar algo muy importante y fue el buen ambiente que nuestros fans y los italianos mostraron antes, durante, y después del partido. Familias viendo el futbol sin riesgo de violencia, agresiones, menosprecios, y una prueba de que el futbol no vuelve a la gente violenta de por sí. O se es violento o no se es.
En Reino Unido el futbol es mucho más “cortijo de machitos” que en España y las imágenes por televisión mostraban la gran diferencia entre la representación de ambos sexos en las hinchadas española, italiana, y danesa, por una parte, y la inglesa por otra.
En Leeds hace 20 años intentaron implantar en el estadio de Elland Road un ambiente familiar, con una parte de una grada para familias, pero este intento duro poco. El nivel de insulto en los estadios es similar en todo el mundo, pero el riesgo de violencia física es más palpable en los estadios británicos.
Hace décadas, en mis inicios en Reino Unido tuve la experiencia de trabajar a pie de barra en muchos acontecimientos deportivos, y a excepción del Rugby, en el resto de los eventos el nivel de agresividad con el que se trabajaba no era de recibo…y si eran partidos de Champions League esta agresividad se multiplicaba al no permitirse la venta de alcohol.
La cultura del que se cree superior y menosprecia, insulta, abuchea y usan el famoso “banter” británico, que se traduce como broma, pero en realidad no es ni más ni menos que bullying esta a la orden del día cuando llegan los torneos de selecciones. Sus tabloides reciclan sus artículos sobre los rivales que tocan a su selección entrando a recordar guerras mundiales, vello facial de las ciudadanas de uno u otro país, o la gripe española en nuestro caso, y en este torneo se pidió por parte de la FA (Football Association) inglesa que no cantaran el 10 German Bombers en su partido contra Alemania…se cantó por supuesto, así como se abucheó el himno alemán, resultándoles puerilmente gracioso.
Concuerdo con lo que escribía el periodista, escritor e ilustre director del Instituto Cervantes en Londres, Ignacio Peyro, en un artículo tras el partido “y aquí, fuera de casa, la gente puede sacar la bandera sin notas al pie, sin emplear más subjuntivos ni subordinadas de los que emplearía un hondureño o un holandés por sacar la suya”…todos éramos españoles a nuestra manera y sin explicaciones.
En el partido español había familias y en muchos casos como el de mis hijos fue la primera experiencia en la que probablemente experimentaron un sentimiento de pertenencia a la comunidad española a través de un evento deportivo y este fue más intenso que el que hayan recibido en las muchas horas de clases de lengua castellana que han tenido o en sus vacaciones en España.
El partido fue una fiesta a la que estábamos solo invitados los emigrantes en Reino Unido, y pudimos demostrar que somos tan aptos para animar a la selección como un aficionado de Pontevedra o de Madrid, y que además somos capaces de dejar el pabellón tan alto como lo dejaron los jugadores. El jugador número 12 era un kitchen porter venido de Leicester, y un economista de la city. La jugadora número 12 era una investigadora en Cambridge, o una de las ultimas estudiantes Erasmus de Leeds.
El único pero es que un partido de estas características en este momento y en este país jamás debería haber tenido a 65 mil espectadores dentro del estadio.
Mi aplicación en el móvil para probar mi doble vacunación no funcionaba, pero oigan, “No problem, keep going”, y una vez dentro del estadio un miembro de personal del estadio se acercó para decirme que dentro de Wembley no era necesaria la mascarilla…miembro de seguridad invitando a todo el mundo a retirar su vía de protección del virus, a pesar de los pesares, y mostrando la falta de sentido común en pleno crecimiento exponencial de la variante Delta. ¿Merecía la pena el riesgo de a estas alturas coger el virus? Los segundos de celebración y éxtasis colectivo tras el gol son indescriptibles…
Por mucho que se ignore a los que vivimos fuera y nos sintamos dejados de la mano de dios de TODOS los políticos no se nos puede arrebatar nuestra manera de vivir nuestra “españolidad” tanto si llevamos la camiseta de la selección, del Real Valladolid o si llevamos la del Clapton CFC con la bandera de la república. En Reino Unido podemos ser españoles como nos dé la gana y cuando nos dé la gana y sin imposiciones de formas, símbolos o pulseritas.