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Estamos ante una guerra evitable si se hubiera negociado de verdad

EDITORIAL: Una guerra evitable si se hubiera negociado de verdad

EDITORIAL:

Las relaciones internacionales son muy complejas. No existen dos conflictos o problemas idénticos. Razones históricas, geográficas, económicas, raciales y religiosas implican que cada conflicto o punto de tensión es único y no es comparable con otro.

Este razonamiento posiblemente no haya sido tenido en cuenta durante la última década en el caso de Rusia y de Ucrania. Sus orígenes, su historia, sus gentes…

El caso es que la petición rusa de impedir que las tropas de la OTAN lleguen a Ucrania y Bielorrusia (ya están en las tres repúblicas bálticas) es tan lógica como que Estados Unidos nunca ha permitido, ni permitirá, tropas rusas en la frontera con México o en Cuba.

Las continuas palabras de Borrell, Ministro de Exteriores de la Unión Europea, o de diferentes líderes europeos, diciendo que Ucrania, como país soberano, tiene todo el derecho a formar parta de la UE y de la OTAN son absurdas, porque así no funcionan las relaciones internacionales ni la política exterior.

¿Tiene España derecho legal a recuperar Gibraltar? Posiblemente sí.

¿Puede hacerlo? Me temo que no sin el beneplácito británico pues España no va a generar un conflicto diplomático y militar de graves consecuencias.

¿Puede España traer al saharaui Gali a ser tratado en un hospital de Logroño? Claro que sí.

¿Debe hacerlo? No, pues hay intereses superiores que hay que salvaguardar.

¿Tiene Ucrania derecho a ingresar en la OTAN? Posiblemente sí.

¿Puede hacerlo? No. Ha de ser un territorio independiente y neutral. Con buenas relaciones con su este y su oeste. Con Rusia y la UE. Así son las cosas. La negociación era la finlandización de Ucrania y Bielorrusia. Lo que, en definitiva, acabará negociándose.

A esto hay que unir otra reflexión. Las fronteras no son inamovibles, y más en estos territorios que desde siempre han cambiado de manos como si fueran cromos. Acerrarnos a unas fronteras creadas por la propia Unión Soviética, que hacía regalos de territorios de una república socialista soviética a otra, como hizo con Crimea, es un absurdo.

Así hemos llegado a esta situación, que para nada exculpa a Putin por iniciar una guerra entre hermanos. Su actitud le ha hecho perder la razón si es que la tuviera. Acabe como acabe esta guerra Putin y Rusia habrán retrocedido en su imagen a extremos inimaginables.

Mientras tanto, los contínuos mensajes de Biden de que ayudaría a Ucrania, dando sensación que llegaría a enfrentar las tropas americanas a las rusas, no hizo más que engañar a los ucranianos. Obviamente Biden no lo iba a hacer, pues convertiría en guerra mundial lo que en realidad es una guerra civil, que podría haber tenido lugar hace treinta años cuando la caída de la URSS.

¿Y por qué ahora?

Se suman muchos factores. Un golpe de estado contra el presidente electo prorruso de Ucrania aceptado y alentado por el resto de Europa hace ocho años, que llevó a la invasión de Crimea y las dos repúblicas ucranianas pro rusas por parte del Kremlin. El no querer negociar sobre territorios que, obviamente, están poblados por gentes que quieren ser rusas. Insistir en la inclusión de Ucrania dentro de la OTAN. Y la imagen de debilidad de Estados Unidos tras la persecución a Trump -posiblemente él hubiera impedido la guerra si hacemos caso a que su mandato fue el más pacífico que se recuerda- que acabó con la toma del Congreso, y una actual administración Biden/Harris que genera una gran sensación de vacío de poder y de mando. Así como la debilidad de Europa, con una UE perdiendo fuerza tras la salida del Reino Unido, donde todavía no se sabe con quién hay que hablar, y que está, a su vez, en batallas ideológicas internas muy importantes.  

Abogemos por un status quo a la mayor brevedad. No impliquemos a más estados como China, que si despertara, no sería para apoyar a las democracias occidentales. Cerremos este conflicto antes de que sea demasiado tarde. Una guerra se sabe como empieza, pero no cómo acaba.

La guerra del absurdo, donde hay marxistas que apoyan a Rusia como lo más parecido a su idílico estado socialista sovético, y marxistas apoyando a Ucrania como modelo de libertad frente al opresor. Con fascistas apoyando a Rusia como la Madre Patria que salvaguarda los valores tradicionales, y fascistas apoyando a Ucrania contra el ataque de los rescoldos de la Unión Soviética.

Pero sólo una cosa es cierta: Estamos ante una guerra evitable si se hubiera negociado de verdad.

Etiquetas:Rusiaucrania