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Diario YA


 

Editorial: "Imprevisión"

Desde un punto de vista político, es una aberración que se tomen medidas coercitivas o de control después de que se haya producido un hecho luctuoso. Las administraciones tienen la obligación permanente de anticiparse a las desgracias, y para ello disponen de medios económicos, materiales y humanos suficientes. Los gobiernos, tanto locales como autonómicos o centrales, han recibido el mandato de los ciudadanos de trabajar por el bien común, previendo las necesidades que la sociedad puede generar.

Lo que ha hecho el Ayuntamiento de Madrid en relación al caso del asesinato del joven Álvaro Ussía o bien es un pecado de inexperiencia (mala cosa en quienes llevan ya un cuarto de siglo en la cosa pública) o bien de incompetencia. Porque si las salas de fiestas y de copas (venenos varios) se están cerrando ahora por incumplir los requisitos legales correspondientes, con igual razón tendrían que estar cerradas desde hace tiempo.

Pero los políticos se han acostumbrado a actuar solamente cuando se producen desgracias, concretamente cuando hay muertos. La muerte de inocentes es el motor que hace que el político se remueva en su sillón, quizá tocado en su conciencia, y se ponga a trabajar para “evitar que se vuelven a producir hecho similares” (pomposa frasecilla que, al parecer, disculpa por adelantado de posible males mayores).

Ni antes era normal que la policía no acudiese a las zonas de más movimiento los fines de semana, ni ahora parece lógico que los agentes estén dentro de las discotecas con la porra en la mano. Ni antes era razonable que se hiciera la vista gorda con las empresas que incumplían de manera flagrante las ordenanzas relativas al ocio nocturno, ni ahora es sensato ponerse a cerrar locales dando la impresión de que casi todo es ilegal.

No hay como la prudencia, el sentido común y la moderación para gobernar bien. La muerte de Álvaro se podía haber evitado, pero lamentablemente ocurrió por una suma fatal de factores coincidentes en el tiempo. Ya que no se practica la buena costumbre de anticiparse a los problemas para que éstos no lleguen, al menos apréndase de los errores y reconózcanse con humildad, en vez de escurrir el bulto.

Sábado, 22 de noviembre de 2008.

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