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Diario YA


 

DUDEMOS

Pedro García. Ante la aparición en la vida pública de grupos que se suelen situar en la extrema izquierda cabe preguntarse ¿cómo es posible que esta forma de hacer cautive a tanta gente, mucha de ella procedente de "la generación más formada de la historia de España"?... Quienes se dedican al análisis social tienen la palabra, pero algo parece indicar que en todo este fenómeno se pueden estar dando la mano factores muy diversos.

Por un lado, el fracaso tan notable del sistema formativo en España, centrado en la enseñanza de contenidos y nunca en la educación de las personas; por otro, el despiste generalizado en cuanto a referentes morales sólidos; y, en fin, el ansia latente en muchos de resetear el sistema o ponerlo boca arriba para disponer de una nueva oportunidad, aunque ello se lleve por delante a la mayoría y nos devuelva a todos a la casilla de salida.

Estos elementos, unidos al desencanto provocado por la falta de salidas prontas a la crisis y al abuso por estas fuerzas emergentes y sus satélites de la propaganda en la mayoría de los medios (en donde son auténticos maestros), las convierten en los nuevos redentores, lo que se traduce en una presencia institucional tan amplia.

El auténtico riesgo que supone todo esto es que los electores que han confiado en estos nuevos gurúes, al comprobar el fracaso esperable de sus propuestas y hasta de su propio funcionamiento interno, a buen seguro se tornarán en antisistemas de mayor calado y radicalidad, difíciles de recuperar entonces para la convivencia social. Así han terminado todos los populismos, de uno u otro signo.

Aunque su llegada al escenario político haya supuesto un revulsivo a los partidos tradicionales, al servir además como cauce a tantas personas que hasta entonces no se encontraban cómodas en democracia, las sombras que se proyectan sobre estos movimientos suman más que los claros. Sobre todo porque ya sabemos adónde conducen sus ideas, por más que las disfracen. Por tanto hay fundamos motivos para dudar y si hay motivos dudemos.

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