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Diario YA


 

ALEC GUINNESS: La conversión de Obi-Wan Kenobi

José Luis Orella
Sir Alec Guinness nació el 2 de abril de 1914 en el victoriano distrito londinense de Maida vale. Tuvo una infancia desgraciada, al vivir en diferentes pensiones, vinculada a una madre alcoholizada y que vivía sin rumbo, con el dolor de no saber nunca quién fue su padre. Alec Guinness perteneció a esa gran escuela de actores procedentes del teatro, donde interpretó diferentes papeles protagonista de las obras de Shakespeare. En 1934 inició su carrera como actor y cuatro años después se casaba con la actriz Merula Silvia Salaman, con la que tendría un hijo, Matthew. Su mujer se convertiría en su principal apoyo, a quien amaba por su humildad, mientras él intentaba moderar sus comentarios hirientes hacia sus compañeros de trabajo. Durante la Segunda Guerra Mundial sirvió en la Royal Navy, participando en la invasión de Sicilia y del sur de la península, y después en las operaciones de suministro a los partisanos de Tito en Yugoslavia.
A su vuelta a la vida civil emprendería una vida de éxito profesional al realizar por su gran calidad cinematográfica numerosas películas, muchas de ellas pertenecientes a las más famosas de la historia del cine. Entre las más relevantes estarán Great Expectations (1946); Oliver Twist (1948), The Swan (1956); The Bridge on the River Kwai (1957); Lawrence de Arabia (1962); La caída del imperio romano (1964); Doctor Zhivago (1965); Scrooge (1970); Cromwell (1970); A Passage to India (1984). Aunque las nuevas generaciones lo recordarán por su papel como Obi-Wan Kenobi en la trilogía original de Star Wars, de 1977, poco después no podrá negarse a interpretar El topo (1979) una novela de John Le Carre y su secuela posterior. La profesionalidad de Alec Guinness le situará como uno de los actores que garantizaban el éxito de una producción por la calidad interpretativa del actor londinense, que huía de los estereotipos, pudiendo adoptar múltiples personalidades ficticias.


Este gran actor, sin embargo, como vimos tenía una fuerte herida familiar, sólo rellenada por su  mujer e hijo. La poliomielitis que contrajo su único hijo, fue una de las mayores pruebas que tuvo que afrontar en su vida.  Fiel del anglocatolicismo, el anglicanismo más cercano al catolicismo, Alec se hizo más religioso si cabe, buscando la curación de su hijo, cuando éste se curó sin consecuencias, fue un hecho que ayudó a madurar un camino que había iniciado tiempo atrás. Guinnes había prometido a Dios, que no se opondría a la vocación religiosa de su hijo, si se curaba de la parálisis producida por la poliomielitis. Cuando su hijo se curó con 11 años, fue inscrito en un colegio de los jesuitas, donde cuatro años después fue bautizado, anticipándose a la conversión de sus padres.
En su autobiografía Blessings in Disguise (1985), Guinnes relata cómo en 1954 rodaba en Francia Father Brown donde interpretaba el papel protagonista del famoso sacerdote detective que escribió Gilbert K. Chesterton Father Brown. Un día al oscurecer, decidió volver a la aldea, sin cambiarse de ropa, por lo que iba vestido de sacerdote católico, entonces, es niño de unos siete u ocho años le saludo y le cogió la mano, hasta llegar a su casa. Aquel hecho intrascendente le descubrió que maravillosa tenía que ser aquella religión, contra la cuál siempre le había prevenido el anglicanismo, cuando un niño tomaba la mano de un desconocido, confiado en su traje talar. Aquella experiencia junto a otras, le fueron provocando la necesidad de leer la experiencia vivida por de sus compatriotas, como el cardenal Newman, Gilbert K. Chesterton, Hilaire Belloc, y Ronald Knox, pero también le atrajo la mística en los escritos del francés Carlos de Foucauld y de la santa española, Teresa de Ávila.
Dos años más tarde, siguiendo el ejemplo de su hijo, era bautizado en la Iglesia Católica por el obispo de Portsmouth, convirtiéndose en uno de sus más célebres conversos. Su mujer les acompañaría un año después, en Sri Lanka, mientras su marido rodaba The Bridge on the River Kwai, una de las películas que mayor relevancia le daría en su carrera con el Oscar de 1957 al mejor actor y un Globo de Oro.
Alec Guinnes murió la noche del 5 de agosto de 2000, de un cáncer de próstata, su mujer murió poco después, el 18 de octubre del mismo año. Su biografía fue escrita por Piers Paul Leer: Alec Guinness: la biografía autorizada. Nueva York: Simon & Schuster, 2005. El biógrafo también católico no oculta el odio que Alec Guinnes tuvo por su madre, alcohólica y promiscua, la misoginia que le produjo le llevaría a sentir tendencias homosexuales y una gran irascibilidad hacia sus compañeros de reparto. No obstante, su conversión le ayudó a través de la oración a vencer sus sombras y se un ejemplo para su familia. 
 

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